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UN SUPERCLÁSICO MÁS: LA PASIÓN NO SE NEGOCIA

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Por Ezequiel Muises y Agustín Vicente. Informe de un domingo a puro fútbol. Llegó el día. 11 de septiembre del 2022. Está por comenzar el partido más importante del fútbol argentino. Boca vs River, River vs Boca. Ya se siente el clima de la previa. Son las 12.04 del mediodía y la gente ya empieza a llegar a La Boca, lugar donde se jugará uno de los clásicos más importantes del mundo. No solo hay buen clima deportivo, también el clima meteorológico acompaña, ya que estamos en los últimos días del invierno y la temperatura no es baja. 

12.36 y la gente espera ansiosa que ya sean las 17hs, horario en el que el partido comenzará y a rodar la pelota. A unas cuadras del estadio Alberto J. Armando, más conocido como la "Bombonera" se escucha a la gente de Boca, pidiendo por una victoria ante su eterno rival.

13.22 y ya hay bengalas de colores azul y amarillo, personas disfrazadas de fantasmas con una B en el medio de color rojo, gallinas falsas colgadas de los alambrados. Todo es parte del folklore del fútbol argentino. Se va acercando la hora del encuentro, son las 14.04 y ya estamos adentro de la cancha, un estadio que, cuando aún faltan tres horas, va tomando clima de un nuevo superclásico. Banderas, bengalas, canciones dedicadas al rival de la tarde. La Boca es una fiesta en la previa al enfrentamiento ante River Plate. Nervios, entusiasmo, ansiedad. Una mezcla de todo.

Nos adelantamos en el tiempo y pasamos al momento en que los equipos salen a la cancha. Primero salió Boca, solo. Sin esperar al rival. Para recibir todo el apoyo de su público. Después lo hizo River. El reloj marcaba las 17hs y el árbitro Darío Herrera daba el pitido para que un nuevo superclásico empezara.

Ahí estábamos nosotros, expectantes. En los primeros minutos se vio un Boca más ofensivo y tuvo una llegada clara que el paraguayo Romero terminó rematando muy desviado. Pocos minutos más tarde, después de un tiro de esquina ejecutado por Quintero, River reaccionaría con un cabezazo que es despejado muy bien por Agustín Rossi, arquero del "Xeneize". 

El primer tiempo fue como cualquier otro superclásico, ambos equipos se cuidaban para no perder el partido, pese a que el empate no le servía a ninguno, ya que ambos estaban expectantes para prenderse en la liga. Gallardo, técnico de River, en el entretiempo "pateó el tablero" y metió algunos cambios para intentar cambiarle la cara al partido. Tres fueron precisamente. Borja ingresó por Solari, Aliendro por Herrera y Barco hizo lo propio ante la salida de Quintero. Los cambios no le resultaron a Marcelo Gallardo, que pese a dominar en la posesión, no pudo hacerse cargo del juego como a él le gusta. Por el otro lado, Hugo Ibarra, técnico de Boca, no realizó ninguna modificación y salió a jugar el segundo tiempo con los mismos once. Ya en la segunda mitad, se empezó a jugar con pierna fuerte y el juego se terminaba cortando bastante seguido. Por el lado de Boca, fueron seis los amonestados más un expulsado ya en la última jugada. Mientras que por el de River, cinco fueron los jugadores que vieron la tarjeta amarilla. 

La única emoción del partido vino por el lado de los dirigidos por Ibarra. Ese gol de cabeza de Benedetto, tras un tiro de esquina ejecutado por Ramírez. Después de marcar el gol lo fue a festejar trepando del alambrado. Ese tanto fue el que le dio los tres puntos a Boca y la posibilidad de mantenerse bien arriba en el campeonato. 

Después del encuentro, se festejó la victoria del Xeneize ante el Millonario, en el vestuario local donde se encontraban los jugadores de Boca y en las tribunas donde se ubicaban los bosteros.