Por Ignacio Hernández. La megaminería es un fenómeno que se encuentra en casi todos los países del mundo. Actualmente hay unas 12 empresas mineras desarrollando esta actividad en nuestro país.
Chubut es una provincia riquísima en producción ganadera, agrícola, en minerales y materias primas. Para contextualizar, en el año 2020 el estado provincial recaudó un total de 2.030 millones de dólares posicionándose en el cuarto lugar en exportaciones argentinas, por debajo de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, con un volumen exportado del 45% total de la Patagonia y el 3,7% total del país.
Si el sector industrial de la provincia funcionara al 100% de su capacidad competiría aún más, y esto no sólo por la cantidad de materia prima si no por la diversidad. Chubut es, principalmente, productora de petróleo, carne vacuna y aluminio, pero también es de las principales exportadoras de pescados, mariscos, lanas, frutas finas, frutas de carozo, grasas, aceites, manufactura de piedra y amianto, miel, legumbres, y muchísimo más. A pesar de todo esto Chubut se encuentra atravesando una crisis económica, educacional, sanitaria, social y cultural que viene hace años y, con la llegada de la pandemia, se ha intensificado.
La minería es una de las salidas propuestas por los políticos chubutenses, pero la naturaleza en toda la región patagónica es importantísima por cuestiones turísticas, pero también de producción y bienestar social.
Esquel es una ciudad de la comarca andina y en 2002 se formó la primera agrupación de la provincia con el fin de detener el avance minero en la región, (con la minera canadiense Meridian Gold). La gente comenzó a formar asambleas y llevar a cabo movilizaciones populares para defender el territorio con un mensaje fuerte y claro: “El agua vale más que el oro”.
El contexto en ese año no era el más prometedor, volvíamos de una de las peores crisis económicas de la historia Argentina, debido al modelo neoliberal que entonces había dejado uno de los mayores porcentajes de desocupación a nivel continente. Así que esta era una de las excusas para traer la minería a la provincia. Excusa que, desde entonces, se sigue utilizando.
Luego de las movilizaciones, estrategias de comunicación y educación popular, vecinos y vecinas lograron el plebiscito popular que permitió, con el 81% de la población participando, rechazar contundentemente la extracción de minerales terrestres en la región. También se logró la ley provincial número 5001 que “prohíbe la actividad minera metalífera en la modalidad de cielo abierto y la utilización de cianuro en los procesos de producción minera”.
También vale destacar que el sector pro minero fue ganando terreno en diferentes regiones, como lo es la costa chubutense, y al mismo tiempo lograron mayor cercanía con sectores como lo son el ámbito político y el mediático-comunicacional (medios de comunicación).
La asamblea con el pasar de los años se hizo cada vez más fructífera y fue incentivando a más gente de la región a rebelarse contra las mineras. Actualmente la principal amenaza es el “proyecto navidad”, que es el plan de extracción ubicado en la meseta central norte de la provincia y es el segundo reservorio de plata más grande del mundo.
La gente de la región no aceptará bajo ningún contexto la extracción de recursos no renovables, en concordancia con las asambleas que dedicaron años a la movilización y la educación popular.
Hay muy poca información sobre las consecuencias que tiene la minería, a nivel ambiental y social. El accionar más peligroso de la minería es el uso de químicos para corroer los minerales inútiles y dejar sólo los útiles, y esa es una práctica que genera graves consecuencias ambientales. Se puede perder la fertilidad de la tierra y también se puede dañar el aire, ya que pueden quedar grandes cantidades de materia fina (tóxicos) flotando. Situación que perjudica el desarrollo de la flora, lo que afecta directamente también a la fauna que vive de ella. Esto sin tener en cuenta el tratamiento de los desechos tóxicos que no son tratados adecuadamente ya que no hay ningúna ley provincial que lo regule.
Argentina se encuentra con la mayor cantidad de minas en operación en toda su historia (13) y esto ha traido problemáticas en diferentes puntos del país. Por ejemplo la minera Alumbrera LTDA en Alpachiri Tucumán, perdió un histórico juicio debido a que un mineraloducto estaba contaminando varios kilómetros dejando residuos de cianuro en el agua. También el acueducto Los Patos en Catamarca, que buscaría desviar agua de los ríos para llevarla a las excavaciones, con el peligro de dejar a pueblos enteros sin agua. La mina Veladero en Iglesias San Juan que, además de contaminar los cuerpos de agua, generó una fuerte degradación en los suelos junto a una creciente sedimentación en un lugar propenso a temblores y terremotos. Hay muchos otros ejemplos de pueblos que quedaron a la deriva y que aún no obtienen respuestas ni soluciones.
Esquel lo comprendió y lucha. Eso genera malestar en el lobby minero/político y cada vez las provocaciones van más lejos. La toma de represalias en las manifestaciones ya son moneda corriente en la provincia. Pero, a pesar de todo, el pueblo sigue firme al grito de: "No es no".