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El coronavirus, el aislamiento y los precarizados repartidores

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Por Francisco Fernández e Ignacio Mansilla. El 20 de marzo de 2020, el Presidente Alberto Fernández resolvió -a través del Decreto 297/2020- el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio para todas las personas que habitan en el país. El objetivo era detener la propagación del COVID-19. 

Transcurrieron más de seis meses de la medida adoptada. La cantidad de infectados es superior a las 550.000 personas. Durante ese lapso, los llamados “trabajadores esenciales”, estuvieron al frente de la pandemia. Con los riesgos asumidos ante tan adversa situación sanitaria. 

Personal médico, fuerzas de seguridad, trabajadores de supermercados, entre tantos otros, fueron quienes cargaron con la situación. Y los precarizados de las aplicaciones de delivery, quienes a pesar de ser subestimados, tienen un rol fundamental en esta pandemia. 

Este es el caso de Germán, un trabajador de una aplicación de delivery, quien previo a la entrevista se “desayunó” que su usuario de repartidor fue bloqueado por un pedido realizado el día anterior. Durante el proceso no tuvo ninguna respuesta por parte de su empleador.

Su comienzo en el mundo de las apps de delivery surgió como algo pasajero. Tras vivir en Alemania durante un año, decidió utilizar la aplicación para realizar un trabajo temporario, ya que solo creía permanecer en el país un mes y luego retornar a Europa. 

En su estadía en el país, se dedicaba solamente a realizar los trámites para obtener la ciudadanía italiana, y de esa manera, lograr permanecer el resto de su vida en el Viejo Continente. 

Pero la pandemia y el inicio de la cuarentena cambiaron todos sus planes. Ante la poca oferta laboral y tras haber trabajado durante gran parte de su vida “encerrado” en una oficina, Rappi fue su salida más rápida.

Como empleado de la app solo realiza un turno, por la tarde-noche, desde las 19:30 - 20 horas hasta las 12:30 o 1 hs, si hay buenos pedidos. De forma contraria, termina su turno cercanas las 23 horas. A pesar de comentar que la aplicación puede derivarlo por todo Capital Federal y hasta provincia, su zonas predilectas de trabajo son Belgrano, Palermo, Nuñez y Recoleta. “Hay días que empiezo en Palermo y termino en Boedo, Caballito o Villa Luro. La verdad que te moves por toda la Capital”, expresó Germán.

Previo a la cuarentena estricta, hacía trabajo independiente de reparto con su moto, pero no habían muchos pedidos por realizar, por lo que tuvo que recurrir a su única salida, anotarse en la app. 

La situación que derivó en el bloqueo de su cuenta deja a las claras el manejo de este tipo de aplicaciones. La precarización. El correr o volar con un pedido. La sobreexigencia. Y un sistema falto de respuestas ante imponderables. Pero en estos casos, quien pierde siempre es el trabajador.

“Todos los días que salís a trabajar tenes algún problema porque la app funciona mal”, dice Germán. En su caso, tenía que retirar un pedido de una YPF Full. Más precisamente dos gaseosas. Pero su orden no figuraba en el sistema de la persona que atendía en la estación de servicio. 

Tiempo perdido. Otra vez. El soporte de la aplicación no le contestó en más de media hora, por lo que tuvo que liberar el pedido. Su cuenta fue bloqueada por una hora, y eso es dinero que deja de entrar a la cuenta de los repartidores. 

Luego de una agobiante jornada laboral, con pedidos y más pedidos, se levanta con la noticia de que no podrá salir a trabajar. Su cuenta fue bloqueada permanentemente por haber liberado el pedido de la YPF. La empresa alega que el repartidor fue quien se quedó con los productos. Esto deriva nuevamente en constantes reclamos. Y un soporte técnico que lejos está de amparar a los empleados. A pesar de ser apenas “90 o 100 pesos por el pedido”, es una situación que desgasta. Y que en la vorágine del día a día de estos trabajadores es plata perdida.

“Te terminan ganando”, cuenta resignado. “Después dejas de reclamar esos $100, dejas de reclamar los $500 y en mi caso no me queda otra que reclamar porque quiero seguir trabajando”, repite. 

Una cuestión inestable, de inseguridad -laboral, física y mental- donde la precarización está a la orden del día. Empresas con los bolsillos llenos y repartidores sin derechos básicos reconocidos. “Lamentablemente no es lo mejor, pero no queda otra”, aclaró. 

A pesar de la brutalidad del sistema, la pandemia y el coronavirus volvieron a demostrar que son los trabajadores quienes mueven al mundo.