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Florencia Grieco, de Palermo a Corea del Norte

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Por Alejandro Bianchi. La periodista pasó de fantasear con conocer a la última dictadura comunista en pie a viajar dos veces a Pyongyang en el término de dos años. Completó su cobertura con una visita a Corea del Sur. Cuenta su periplo en un libro.  


Florencia Grieco, mientras disfrutaba de los últimos años de su tercera década de edad, de su confortable departamento en el barrio de Palermo recién pintado y de lo que fueron los agitados meses de vida del diario Crítica de la Argentina como editora de la sección Mundo, tenía predilección por los villanos del mundo o de los llamados países del “Eje del mal”, así calificados por el ex presidente de EEUU, George W. Bush. 

La poca información que existía y existe de Corea del Norte, la particularidad y excentricidades de sus dictadores  - Kim abuelo, Kim padre, ambos muertos, y el actual Kim nieto al mando- siempre fueron una debilidad para ella. La agencia AFP solía publicar algún cable aislado y la agencia oficial de Corea del Norte se ocupaba de mandar fotos y videos de los grandilocuentes desfiles militares. Cuando ningún diario en Argentina se ocupaba del tema allá por 2008, Florencia armaba notas de aperturas de página para contar lo que pasaba en ese hermético país de Asia, del que sólo se entra y se sale –también rige para los locales- con permiso oficial. 

“Teníamos una agenda internacional mucho más abierta que el resto de los diarios. Así funcionaba Crítica y lo aprovechábamos”, le recuerda a este medio Florencia, licenciada en Ciencia Política en la UBA, con una maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad de Bologna, Italia, y también con experiencia en las redacciones de Página 12 y las revistas Ego y Revista XXIII.

Siete años después, en 2015, y luego de seguir al detalle las novedades de Corea del Norte a través de páginas web, agencias de noticias, revistas y especialistas internacionales, un amigo periodista, Marcelo Panozzo, le hizo la pregunta que sabía que tocaba esa fibra sensible de la profesión: la curiosidad. “¿Por qué no vas a Corea del Norte?”

Florencia puso el plan en marcha pero tuvo que sortear varios obstáculos. No hay vuelos disponibles a Pyongyang desde ningún lugar del planeta ni hay tickets a la venta en ninguna aerolínea del mundo. Simplemente, Corea del Norte no es un destino en el mapa.  Además, sólo se ingresa con visa y los periodistas sólo pueden hacerlo en viajes planeados y controlados por el gobierno, muy esporádicos. 

La periodista argentina siguió indagando y el panorama oscurecía aún más. Los extranjeros sólo ingresan a Corea del Norte si contratan con una única agencia  – Young Pioneers- manejada por dos británicos afincados en Pekín. Ellos se ocupan de la visa con el gobierno coreano y del armado del viaje. Se paga todo por anticipado y en euros: traslados, comidas y excursiones. Está prohibido que los turistas caminen y hagan visitas por su cuenta. El gobierno coreano, además, destina dos guías –se eligen a los más leales al régimen- que acompañan al turista desde que se levanta hasta que se acuesta. 

Florencia, sin revelar que era periodista y un poco incrédula de lo que estaba haciendo, compró el paquete por 15 días en Corea del Norte a cambio de 2.000 euros, contratando con Young Pioneers, vía correo electrónico. Para pagar en euros, le pidió a otro amigo periodista, corresponsal en Argentina de un diario español, que hiciera la transferencia desde su cuenta bancaria en Madrid. 

El 3 de septiembre de 2015 Florencia voló a Pekín – este pasaje lo tuvo que pagar aparte- y luego 15 horas más de tren a la ciudad de Dan Dong,  fronteriza con Corea del Norte, donde le estamparon la visa coreana en el pasaporte. Fue el fin de su comunicación con Occidente. Del otro lado de la frontera, no hay Internet. 

Ya había sido mucho por ser el comienzo. “Fui a ver lo que quería mostrar ese país, quise ver gente común haciendo cosas comunes, eso que no se ve de Corea del Norte”, recuerda Florencia a este medio. 

Se encontró con un país todavía en Guerra Fría, como congelado en los años 80, con una retórica en el gobierno y en la gente de otra época. Escasea casi todo (electricidad, petróleo, cloacas, agua caliente, frutas y verduras, carne) por las sanciones internacionales en contra  de sus desarrollos nucleares.


Sin embargo, Florencia dice que no vio pobres ni indigentes y que los coreanos parecen felices con lo que tienen. Adoran hacer pic nics y bailar en las plazas. Aún dentro de la libreta de racionamiento, los hombres cumplen religiosamente la costumbre de tomar su cerveza autóctona luego de la jornada laboral. 

Los años 90 no fueron fáciles para los coreanos. Llegaron a pasar hambrunas de un millón de muertos luego de la caída del muro de Berlín, con la consecuente pérdida de poder de la Unión Soviética y de su asistencia financiera a los países del égido comunista. China es hoy su gran aliado político y socio comercial. 

No hay rebeldía en el pueblo porque saben muy poco de lo que pasa afuera. “Son 70 años de dictadura, les moldean la vida, no piensan en otra cosa. Es un país analógico. La familia Kim tiene una legitimidad única”, afirma Florencia. 

A pesar de tanto secreto y control gubernamental, pudo sacar más de 1.000 fotos y 200 videos con su teléfono celular, de manera respetuosa y discreta.

La periodista argentina conoció Pyongyang en un primer viaje y 14 meses después, se sumó al primer paquete turístico de Young Pioneers al interior de Corea del Norte, todavía con más necesidades que la capital del país. El libro de viaje –un segmento en la industria editorial casi desaparecido-  ya estaba en su cabeza. 

Estuvo en pueblos y ciudades que nunca antes habían visto un extranjero. Se alojó en casas coreanas, por falta de hoteles. Las señas y el silencio fueron su lenguaje. 

Luego fue el turno de ir a Corea del Sur, en un tercer viaje en 2017, para conocer la contracara: un país que es hoy sinónimo del futuro, con Internet a velocidad 5G, del otro lado de la frontera, en la misma península. “¿Son muy distintos a nosotros?” le llegaron a preguntar en Seúl. 

De regreso en Buenos Aires, fueron casi 15 meses de armado y escritura de “En Corea del Norte, viaje a la última dinastía comunista”, publicado por editorial Debate, que está en las librerías desde el 1 de octubre de este año. 

Florencia quiere hacer un tercer viaje.  Pero sabe que luego de la publicación del libro –medido en sus críticas al sistema, detallista de la vida cotidiana, colorido y gracioso en el relato de las peripecias de una mujer argentina viajando sola en un país comunista- no cree que le otorguen la visa otra vez. Su texto es uno de los pocos en español y tal vez en el mundo que relata cómo se vive en uno de los países del que muy poco se sabe y en el que muchos no se animarían nunca a entrar.