Por Lucía Lisjak. La cita es en Federico Lacroze 3455: allí se hace la "Fiesta Plop" los viernes y también la "Fiesta Puerca", los sábados. Es el teatro Vorterix que desde hace varios años ofrece ésta propuesta diferente. Noches de alegría y sin prejuicio alguno.
Es el mismo lugar que vio desfilar a infinidad de artistas y que espera a Vance Joy, Peter Hook The Light, The Rasmus y Salvapantallas, entre otros. Pero éstas fiestas proponen otra cosa, y lo logran.
Al entrar se suben tres escalones, se abona la entrada de $150 en ventanilla y se abre como por arte de magia la puerta hacía otro mundo. Ahí está, un enorme teatro con un gran escenario y muchos palcos laterales frente a los ojos de todos los invitados. El escenario es ocupado por un grupo de artistas de todos los tamaños y géneros que representan una historia al ritmo de la música. Es como si se estuviera en un recital. Hay vallas que limitan el acceso a los actores y algunas personas les gritan como si fueran Madonna y Paul McCartney.
El clima es placentero, nada de prejuicios, nada de miradas intimidantes que hacen que el otro se quede estático. Todos disfrutan. Todos cantan. Todos bailan. Son ellos, en esencia.
A lo lejos se ve una peluca entre rosa y rubia con una caja que dice “a colaboración” y hay que acercarse un poco más para descubrir miles de golosinas, desde picos dulces hasta chicles pasando por caramelos sugus y media hora. En menos de 5 minutos, todos desaparecen.
La diferencia abismal con los boliches de Buenos Aires es que en esta fiesta no se quiere dar una imagen que no corresponde con la persona. Acá, cada uno es lo que quiere ser. La temática de la noche: “Pijama Party”. Ví pasar unicornios, osos panda, aliens, gente en baby doll, con pijamas de leopardo y hombres con tacos más altos de los que yo alguna vez podría permitirme usar. El pañuelo verde, representante de la ley a favor del aborto seguro, legal y gratuito, estuvo presente en muñecas como pulceras, en cabezas como vinchas y en el cuello.
Pero la estrella de la noche, por sobre todas las cosas, era la brillantina o como le dicen ahora, glitter. Brillo en el pelo, en el pecho, en los labios, en los ojos. Acá nadie quiere pasar inadvertido.
En un rincón del salón la cruz roja tiene un puesto de concientización sobre el uso de preservativo. Utilizan juguetes para ilustrar como debe colocarse y cuáles son los riesgos si no se lo usa. Mucha gente se acerca en busca de información.
En otra parte del salón, una mesa con un mantel y muchas cartas nos anuncian que se va a realizar una sesión de Tarot, a la que también mucha gente se acerca con preguntas: ¿Voy a encontrar al amor de mi vida hoy? ¿Me voy a casar? ¿Cuántos hijos voy a tener? ¿Sigo actuando o me busco una carrera?
Las canciones dejan de ser las comerciales del momento para imponerse temas de todas las épocas que marcaron a generaciones y generaciones. Luis Miguel, Casi Angeles, Chiquititas, Christian Castro, Bad Bunny, Vosa Nova, Wos, AC/DC, Rhianna, Duki, Ricky Martin y muchos más. ¿Quién diría que se podrían juntar en algún punto todos en una misma fiesta?
En estos tiempos que corren, donde la tolerancia ante las agresiones machistas es cero y la mujer alza cada vez más su voz, lugares como la fiesta plop, la fiesta puerca, la bresh y otras más permiten que haya un punto, un “nirvana” donde esos temas sean entendidos y escuchados por todos los que allí están.
Donde todos somos uno y nos defendemos de lo que venga.
La regla de oro es: nada de prejuicios. Y se cumple a la perfección. En esta fiesta nada es como lo estipulado y eso lo hace algo fantástico.
Un dato a tener en cuenta: para entrar si o si es necesario tener el DNI o pasaporte en mano. No existe manera alguna de pasar si no se los tiene, la seguridad es muy estricta en este punto.