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Buenos Aires: 17 mil toneladas de basura que buscan destino

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Por Federico Molina. Según el barrio que se decida recorrer, la problemática sobre la separación de residuos será diferente. Algunas zonas de la ciudad mantienen el contenedor negro para la basura propiamente dicha y la “campana verde” para depositar los materiales reciclables, mientras que otros barrios solo tienen el contenedor negro. Finalmente, están los nuevos contenedores de carga bilateral (se pueden vaciar de ambas manos de las calles), pero son solo para residuos y que están en contados lugares.
Resulta llamativa esta diferencia al recorrer los barrios de Palermo, Paternal y San Cristóbal, ya que cada uno de ellos, no solo diversos en cuanto a arquitectura e identidad, sino también en cuanto a donde depositan la basura y reciclables sus vecinos.

Para empezar, el barrio de Paternal, donde parece que no pasa el tiempo, y no dicho con cierto romanticismo por algunas calles que aún tienen sus adoquines originales, libres del asfalto moderno, sino porque parece una zona “abandonada” por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Al caminar sus calles pueden verse los contenedores negros y las campanas verdes, que ya han sido reemplazadas en gran parte de la ciudad y aquí permanecen como si nada. Al margen de esto y yendo puntualmente el tema de la nota, lo cierto es que en Paternal uno observa, por lo general, un uso correcto de los contenedores: bolsas negras pequeñas en unos y materiales reciclables en las campanas. La vida de barrio, de casas bajas, calles pequeñas, parece fomentar el cumplimiento correcto.

“Para mí esto de los contenedores fue buenísimo, antes teníamos los canastitos individuales en la puerta de cada casa y ya a determinada altura del día o si hacía mucho calor, el olor se volvía insoportable”, cuenta Horacio, desde el umbral de su casa en la calle Yerua, mientras agrega: “Igual también te digo, hay muchos vecinos mayores en el barrio y moverse con la bolsa de basura hasta donde está el contenedor y levantar la tapa, es un problema también”.

Respecto al por qué aún en Paternal los contenedores nuevos no llegaron, Ariel Lasge de Espacios Verdes de la Ciudad dijo: “Por el momento, existen 2600 nuevos contenedores con el sistema de recolección bilateral, los primeros ya comenzaron a colocarse en el área comprendida por las calles Junín, Vicente López, Montevideo y la avenida del Libertador en Recoleta y se espera que para julio hayan instalados un total de 2600 en las diferentes cuadras de Recoleta, Palermo y Belgrano. Cubrir el 100% de la ciudad requiere una gran inversión, pero iremos poco a poco reemplazando los viejos contenedores y campanas en todos los barrios”

Tomando las palabras de Lasge, se descubre que en Palermo están los nuevos contenedores, que generan un comportamiento dispar de parte de los vecinos con relación al reciclado y la separación de residuos. Palermo es, además de un barrio con mucho tránsito de personas por día y densamente poblado, el más conflictivo y caótico a la hora del cumplimiento de la reglamentación. “Por acá sacaron esas campanas verdes porque nadie las usaba, solo cuando se llenaban los contenedores negros, pero le ponían bolsas de basura”, dice Matías, encargado de un importante bar de Plaza Serrano que prefiere no hacer público su apellido ni el nombre del bar.

Otro de los grandes problemas que afectan a la zona gastronómica, es la rotura de bolsas de residuos por parte de gente que busca comida. Algunos restaurantes han tomado como iniciativa separar lo que son sobras de la basura propiamente dicha para evitar la rotura y los problemas higiénicos que esto conlleva.

Cercano a la zona de Plaza Serrano, por la calle Borges, se llega directo al corazón de Plaza Italia, ícono ineludible del barrio, donde alrededor de la plaza circular se encuentran el salón expositor de La Rural, lo que alguna vez fue el zoológico (hoy cerrado y transformado en parque temático), el Jardín Botánico y de ahí en más, hacia ambos lados de la avenida Santa Fe, todo se puebla de edificios y del ritmo frenético de la hora pico.

De paseo por la avenida, Martha Tinchera, de unos cincuenta y pico de años, vecina de Palermo “de toda la vida”, comenta respecto a la separación de residuos en el barrio: “Yo veo que los encargados usan bolsas de consorcio negras, donde mezclan toda la basura, no veo a ninguno sacando bolsas por colores si  a eso te referís. Es más, ahora pusieron esos depositos grises para la basura, así que estimo que ya el gobierno se dio por vencido con nosotros”, se ríe al respecto de esto último.

Y algo de lo que a Martha le causa gracia, quizás sea cierto, actualmente el Gobierno Porteño, encabezado por Rodríguez Larreta, apoya la vuelta al método de incineración de los residuos bajo la técnica de termovalorización energética.  Es decir, el tratamiento en plantas para transformarla en energía. Si bien el Jefe de Gobierno se encargó de aclarar en cuanto programa pudo que la idea es seguir separando los residuos y utilizar solo la porción que es basura con este fin, la desaparición lenta y paulatina de las campanas verdes o la falta de publicidad alentando al reciclaje, hablan por sí solas, como cuando quien calla otorga.

El jueves 3 de mayo, la Legislatura aprobó la iniciativa por 36 votos a favor y 22 en contra, ante la intervención de gente de Greenpeace que intentó detener la sesión.

La Ley de Basura Cero, promulgada en enero de 2006 y reglamentada en mayo de 2007, es la que regía en la ciudad y estaba orientada a la eliminación progresiva de los rellenos sanitarios. A partir de esta premisa, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires había adoptado la separación de residuos como método para bajar los niveles de basura generada y poder reaprovechar todos aquellos materiales reciclables, pero la falta de constancia en el mensaje y reeducar a los vecinos porteños, parece que dejó de lado esta idea para llegar a la presente Ley de termovalorización energética.

Al continuar el recorrido por la ciudad, finalmente en las calles de San Cristóbal, barrio que limita con Once, Boedo y Parque Patricios, es notoria la completa ausencia de las campanas verdes en las cuadras del barrio. Alejandra, encargada de edificio sobre avenida San Juan, una de las más famosas del barrio, comenta sobre la desaparición de las campanas en la zona: “De un día para el otro, no estaban más, nosotros acá teníamos una enfrente (señale con su dedo) y de golpe, salí y solo estaba el contenedor negro”.

Cuenta además que en su edificio ella trató de cumplir con la normativa impulsada por el Gobierno: “En el edificio eran pocos los que separaban la basura, pero a esos pocos yo los respetaba y cumplía con poner los residuos donde correspondían y lo reciclable en esas campanas, pero ahora lo que hago es tirar la basura en el negro y dejar a un costado de ese lo que se puede volver a usar, que se lo llevan muchos cartoneros o chicos que andan buscando cosas en la basura”

El destino final de los residuos de los porteños sigue siendo una problemática que a lo largo de los años, sigue sin encontrar una cause correcto y efectivo. 17 mil toneladas de basura van a parar al CEAMSE cada uno de los días del año. La recorrida por los barrios porteños deja clara la situación en la que se encuentra la ciudad en materia de residuos, según la zona, una realidad diferente y la sensación que no hay un rumbo concreto ni un plan que pueda unificar criterios tan heterogéneos como la fisonomía de los lugares recorridos. La transición en el cuál se encuentra la problemática parece no tener una respuesta adecuada aún por parte de las autoridades.