Por Natalia Verzico. Durante los últimos años, la inserción laboral de personas con discapacidad (PcD) ha ido en aumento en virtud de dos factores: por un lado, una mayor empatía del mundo empresarial, y en segundo lugar por el estímulo sostenido mediante normativas por parte del Estado. En Argentina, las PcD son más de cinco millones, dentro de las cuáles hay un 56% activo que no tiene trabajo.
En este marco, varias empresas han ido desarrollando programas de inclusión con el objetivo de incorporar estos cambios entre sus empleados. Banco Galicia, por ejemplo, incluye en el Código de Ética de la compañía un punto relacionado a Derechos Humanos que hace referencia a la “diversidad e igualdad de oportunidades”. Adicionalmente, desde la Gerencia de Sustentabilidad del Banco, se promueve un Programa de Inclusión Laboral mediante el cual se busca brindar oportunidades concretas a personas con discapacidad motriz, auditiva y visceral. “Fomentamos que distintas áreas del Banco puedan incorporar, bajo un modelo de contrato de aprendizaje que tiene una duración de entre nueve meses y un año, a personas con discapacidad para que puedan tener la oportunidad de desarrollar habilidades y competencias que a futuro le mejorarán la inserción en el mercado laboral”, indica María Tortorella, Jefa de Responsabilidad Social Corporativa. El programa está orientado a jóvenes de entre 18 y 28 años que, durante el período de inserción al puesto de trabajo, cuentan con un seguimiento de parte del tutor asignado en el área.
De igual manera, los organismos del Estado, cuya disponibilidad de puestos son generalmente mucho mayores respecto de los privados, no están al margen de estas iniciativas. La Cámara de Diputados de la Nación también tiene un plan de inserción para personas con distintas discapacidades: no videntes, hipoacúsicos, con Síndrome de Down, y se extiende a multitransplantados y acondroplásicos. Mónica Vázquez Gregotti, Subdirectora de Asuntos Previsionales señala: “No buscamos cumplir con la ley, sino que vamos tras una verdadera integración en la que las personas del plan asuman responsabilidades reales como cualquier otro trabajador”.
En Rosario, la empresa tecnológica Nómines funciona desde el 2012 brindando servicios de comunicación a otras compañías y es la única empresa de Argentina que emplea exclusivamente PcD. Nómines aplica las mismas leyes y normativas que las empresas tradicionales, dando por tierra mitos a cerca de sobrecostos relacionados. En este aspecto, Leandro Simeoni, titular de la empresa, explica: “La realidad es que el 85% de las personas con discapacidad que están desempleadas no requieren adecuaciones ni puestos de trabajo diferentes al de cualquier empleado”. Leandro, además agrega que existe la falsa creencia de que las PcD faltan más al trabajo, confundiendo la condición de discapacidad con una enfermedad: "Una persona ciega va a faltar al trabajo porque se engripa, como cualquier empleado que se engripa, no por ser ciego".
Sin embargo, puede haber diferencias respecto de la visión que se aplica para cubrir los puestos. En muchos casos, se realiza la selección de personal, independientemente de que tenga o no una discapacidad, con la finalidad de que el perfil –cualquiera sea- se adapte al puesto y no a la inversa. En otros casos, se relevan previamente los puestos disponibles en función de ver cuáles de ellos pueden ser útiles para la correcta adaptación y proyección de la persona según su discapacidad. “Tomamos chicos hipoacúsicos para trabajar en el archivo y no videntes para la atención telefónica, en todos los casos superaron las expectativas porque se sienten confiados para realizar la tarea”, indica Mónica Vázquez.
Por otra parte, desde el 2004, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social cuenta con un Club de Empresas Comprometidas que tiene como principal objetivo mejorar la empleabilidad de las PcD. De él forman parte grandes empresas como Arcos Dorados, Peugeot, Avon, Accenture, Pepsico y American Express, entre otros. Mensualmente se realizan encuentros en los que se intercambian experiencias y se debaten las políticas. Uno de los fines que persigue este programa es formar una red de empleadores que sean promotores de oportunidades de empleo para las PcD y, que a la vez, sirvan como asesores para las empresas que todavía no lo han hecho.
No obstante, es importante tener en cuenta, que en estas acciones de inclusión la integración debe darse también desde los equipos de trabajo. Según la experiencia de María Tortorella indica que “Habitualmente la predisposición y la colaboración de todo el equipo es muy buena, incluso mejorando a veces las relaciones en el equipo, ya que todos están unidos por la misma causa”. Por su parte, Mónica Vázquez, también reconoce que la integración generalmente es positiva: “Hay excelente aceptación. Siempre hay personas que tienen miedo de lo diferente, pero afortunadamente son las excepciones.” Para Leandro Simeoni se da una situación particular de integradores-integrados que define como “plena” y en la que todos forman parte: “Tuvieron que aprender a convivir. En general las PcD conviven con los que tienen su misma discapacidad, pero resulta que una persona ciega no está habituada a tratar con una persona en silla de ruedas, y viceversa.”